The Incredible Shrinking Man (1957) – Spanish

The Incredible Shrinking Man (1957)

escrita por Richard Matheson y Richard Alan Simmons

basada en la novela The Shrinking Man por Richard Matheson

dirigida por Jack Arnold


The Incredible Shrinking Man intenta ser una advertencia sobre los peligros de la energía nuclear, pero, lo más importante, es que representa con un caso extremo, fantástico y muy entretenido, lo que sufre todo hombre o mujer al que le toma por sorpresa un problema grave y limitante que se extenderá en el tiempo.

Scott Carey (Grant Williams) se ve un día inmerso en una “neblina radioactiva”. Semanas después, nota que su ropa le está quedando un poco grande y que su esposa, Louise (Randy Stuart), ya no tiene que pararse de puntillas para besarle. ¿Se está encogiendo? Hacia el final de la película, Scott es tan pequeño que usa un alfiler, a modo de lanza, para defenderse de una araña que quiere devorarlo, como si él fuera un insecto. Entre un punto y el otro se desarrolla su drama social, económico y marital que resulta en una aventura con mucha acción.

The Incredible Shrinking Man es un gran B-movie. Claro, “gran B-movie” no significa necesariamente gran película, pero sí una que vale la pena mirar y disfrutar. Los diálogos y las actuaciones no son excelentes, pero sí hay una ingeniosa historia, tomada de la novela homónima de Richard Matheson, con buenos efectos especiales y dirigida de forma memorable por Jack Arnold, mi director predilecto de B-movies de los cincuenta (mi favorita en la vida: Creature from the Black Lagoon, de 1954).

Louise (Randy Stuart) observa a su encogido esposo Scott (Grant Williams).

He visto The Incredible Shrinking Man varias veces a lo largo de muuuchos años y siento que la experiencia cambia según la etapa de la vida en la que uno se encuentra.

Cuando eres un niño de, digamos, ocho años, gozas con las aventuras que vivirías si te encogieras hasta unos pocos centímetros de altura: duermes en una casa de muñecas, huyes de un león gigante – en realidad, el gato de la casa –, te alimentas del queso colocado en una trampa para ratones que podría atraparte a ti. Ver todo eso es emocionante para un niño y hace que la película se quede en él para toda la vida. De hecho, en las secciones con diálogos demasiado adultos, yo me quedaba fantaseando con las partes de acción. Me imaginaba en ese nuevo mundo de Scott Carey y agregaba aún más aventuras. Salía volando sobre un pájaro, usaba la telaraña como escalera, navegaba en un barco de papel, etc.

The Incredible Shrinking Man me hizo imaginarme como un hombre tan pequeño que una tina que se desborda sería para mí un tsunami. ¿Qué haría en ese caso? La película te lleva a esos relativismos y preguntas trascendentes, incluso si eres muy joven. “Entonces, para una hormiga, un poco de agua que uno tira al suelo, ¿qué representa?”; “Si hay seres mucho más grandes que nosotros, como de otro planeta, y vienen al nuestro, ¿seríamos los insectos que ellos aplastarían sin darse cuenta”. Y así sigues.

Si ves The Incredible Shrinking Man cuando eres adolescente o adulto joven, algunas cosas comienzan a ser motivo de crítica. Por ejemplo, las escenas donde Scott se encuentra con Clarice Bruce, una chica que se supone sufre de enanismo. La actriz que representa a Clarice, April Kent, es una mujer preciosa y de estatura normal, solo que con trucos visuales la hicieron ver del mismo tamaño que Scott cuando se había encogido hasta un metro de alto y se había estabilizado (por un tiempo). Scott se identifica rápidamente con ella y yo diría que hasta se enamora. Clarice le dice que ella también vive en un mundo de gigantes en el que, sin embargo, se puede ser feliz; que ella es feliz. Le aclara que, claro, ella es así de nacimiento, que tiene treinta y cuatro años viviendo de esa manera. Para él es diferente. Es una idea hermosa, con diálogos que funcionan y que hubiese resultado perfecta si no fuera porque ella no tiene ningún rasgo de enanismo. Yo hubiese preferido para ese papel a una chica que de verdad fuese enana. De hecho, ni siquiera tenía que ser atractiva, ya que la atracción de Scott hacia ella no se debía a su belleza exterior.

Scott intenta sobrevivir al ataque feroz de un gato.

Luego, cuando Scott siguió encogiéndose hasta 6 o 7 cm y el gato de la casa lo persigue para devorarlo, la idea es excelente, pero al final de la persecución Scott intenta cerrar la (ahora) gigantesca puerta del sótano para que el gato no entre tras él. El gato empuja la puerta desde el otro lado y pasan varios largos segundos en esa lucha. Técnicamente la escena se ve bastante bien hecha y resulta emocionante para un niño de unos seis años que no la va a cuestionar. El problema es que la película nos había dado a entender que la fuerza de Scott era proporcional a su tamaño. Entonces, un chico de unos 12 años se va a preguntar cómo puede estar Scott a la par de fuerza con un gato. Es como si un humano de tamaño normal se diese empujones con un elefante.

Además, si ya eres adolescente, quizás has aprendido un poco de química y física, habrás leído un poco o visto un documental sobre los efectos de la radiación y entiendes que no son esos que ocurren en la película. Se te hace más fácil cuestionar esas cosas. Agregas a tu crítica cinematográfica que algunos efectos especiales se ven como, eeehhh.

¿Y qué película cuando ya eres adulto?

Más tarde en la vida entiendes que los efectos especiales en The Incredible Shrinking Man son ingeniosos y están más que bien para una producción de bajo presupuesto de su época. Pones las cosas en contexto. Consideras que los años 50 fue la década de las pruebas con bombas H en islas del Pacífico, donde tanto Estados Unidos como la Unión Soviética practicaban cómo destruirse más efectivamente uno al otro y quizás arrasar con toda civilización. La humanidad estaba apenas superando la impresión de las explosiones en Hiroshima y Nagasaki cuando ya experimentábamos con armas muchísimo más destructivas y contaminantes. Además, los efectos de la radioactividad, incluso los residuales, no eran del todo conocidos. La gente no sabía qué podía pasar, y cuando no sabemos, especulamos a medio camino entre ciencia y fantasía, como lo hace esta historia. Y eso está bien.

Pero, lo mejor de The Incredible Shrinking Man y que entiendes ya como adulto es que, aunque la película representa obviamente un comentario sobre los peligros de fisionar y fusionar átomos, el mensaje más importante está en la metáfora sobre lo que ocurre a una persona cuando una circunstancia personal grave le hace perder su posición social, económica y – recordemos que es una película de los años 50 – como la del “hombre de la casa”. Puede tratarse de una enfermedad o un accidente, como en el caso de Scott, pero también puede ser caer preso, quedar desempleado, ser demandado o muchas otras situaciones ante las cuales quedas sorprendido e impotente. Sutilmente, la película juega con un pensamiento similar a: “Si sigo encogiéndome, no podré satisfacer sexualmente a mi pareja, perderé mi trabajo, mi capacidad de proveer, mi autoestima”. Sustituye “encogiéndome” por tu circunstancia crónica real y eres Scott Carey.

Jack Arnold dirige a Grant Williams en el set de la película.

Scott se siente mucho mejor con personas que, de alguna manera, tienen su mismo problema. Los enanos son pequeños por otras razones, muy distintas a las de él. A pesar de eso, durante un tiempo Scott tuvo mucho más en común con esta nueva chica, Clarice, que lo que tenía con Louise. Y eso es más importante que si la actriz es realmente enana o no. Scott ama a su esposa. Su esposa lo ama, pero, por más que Louise lo intenta, no puede entenderle.

La autoestima de Scott mejora cuando su situación se hace peor, cuando no es más grande que un insecto, cuando queda solo y accidentalmente abandonado en el sótano. Allí, el hombre que sentía lástima de sí mismo ahora tiene que encontrar su forma de sobrevivir, de adaptarse a este mundo nuevo y tan extraño como otro planeta, donde una caja de fósforos se convierte en habitación, las migajas de una torta en cena, y una araña casera (usaron tarántulas porque arañas con menos volumen no fotografiaban bien) en feroz enemigo mortal. Scott se vuelve ingenioso y muestra que es un tipo valiente y de carácter. Ya no hay quien lo consienta. Nadie con quien ser un tirano malcriado y quejica. Al hacerse aún más pequeño en tamaño, crece como ser humano.

Pero, la cosa no para allí, sino que amenaza con extenderse hasta lo infinitesimal. Si bien Scott creyó durante la mayor parte de la película que él estaba siendo menos “hombre”, al final entiende que la naturaleza no funciona alrededor de él, que no funciona ni siquiera alrededor de los humanos y que él es solo parte de ella, una parte que puede sentirla y hasta intentar comprenderla. Eso lo hace a él importante, sin importar su tamaño.

Lamentablemente el director fue forzado a cambiar la palabra naturaleza por Dios en las últimas líneas de la película, pero creo que igual se entiende lo que Scott Carey, o más bien el autor de la novela, Richard Matheson, quiso decir.

Aquí dejo las últimas palabras en The Incredible Shrinking Man, la película, y las últimas palabras en la historia que cuenta el libro (la novela está escrita en tiempo no-lineal).

Película:

“Y sentí mi cuerpo menguando, fundiéndose, convirtiéndose en nada. Mis miedos se desvanecieron y en su lugar llegó la aceptación. Toda esta vasta gloria de la creación tenía que significar algo. Y yo significaba algo también. Sí, más pequeño que lo ínfimo también significaba algo. Para Dios no existe la nada. ¡Aún existo!”

Libro:

“He stood again. Why had he never thought of it, of the microscopic and the submicroscopic worlds? That they existed, he had always known. Yet never had he made the obvious connection. He’d always thought in terms of man’s own world and man’s own limited dimensions. He had presumed upon nature. For the inch was man’s concept, not nature’s. To a man, zero inches meant nothing. Zero meant nothing.

But to nature there was no zero. Existence went on in endless cycles. It seemed so simple now. He would never disappear, because there was no point of non-existence in the universe. It frightened him at first. The idea of going on endlessly through one level of dimension after another was alien. Then he thought: If nature existed on endless levels, so also might intelligence.”

Calificación: ***

Rogelio Rodríguez